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Page 7
[Illustration: FORTUNA DI� UN SALTO POR ENCIMA DEL BAST�N]
Esto hizo re�r mucho al abuelo y al nieto, porque Fortuna iba
presentando de d�a en d�a nuevas habilidades que le elevaban a la
ilustrada categor�a de perro sabio; por lo que dedujeron que en sus
mocedades habr�a sido perro de volatinero, y tanto al abuelo como al
nieto se les pasaban grandes ganas de saber el origen de aquel amigo que
les hab�a deparado su buena suerte.
De seguro que por nada del mundo hubiera Juanito vendido a su perro.
As� las cosas, una tarde del mes de agosto se paseaban por la carretera
Juanito, Polonia su nodriza y el perro Fortuna.
Don Salvador se hab�a quedado en casa con el alcalde y el secretario del
ayuntamiento, que hab�an ido a consultarle un asunto grave.
El sol se hallaba pr�ximo a su ocaso, la temperatura era agradable y en
el cielo no se ve�a ni una nube.
De pronto interrumpi� el silencio de los campos un lamento triste,
prolongado, que al parecer sal�a de la d�bil garganta de un ni�o.
Juanito y Polonia se miraron; el perro Fortuna gru�� sordamente y se
acerc� a su amo como dispuesto a defenderle.
--�Has o�do, Polonia?--pregunt� Juanito.
--S�; parece un ni�o o una ni�a que se queja,--contest� la nodriza.
--Y debe ser muy cerca.
Una muchacha de diez a doce a�os de edad, flaca, encubierta de harapos,
el pelo enmara�ado y la tez cobriza, se levant� de la cuneta del camino,
lanzando dolorosos lamentos.[G]
Fortuna gru�� de un modo amenazador y se acerc� m�s a su amo, con el
pelo del lomo erizado y ense�ando sus blancos colmillos.
--Calla, Fortuna, calla,--le dijo Juanito, d�ndole una palmada en la
cabeza y mirando al mismo tiempo a la ni�a mendiga que lloraba
amargamente.
La muchacha sigui� avanzando sin intimidarla los gru�idos amenazadores
del perro.[13]
--�Qu� tienes, pobrecita?--le pregunt� Juanito.
--�Ah, se�orito, qu� desgracia tan grande para m�!--exclam� la mendiga
con los ojos arrasados en l�grimas.--Mi pobre abuelo se cay�
desfallecido de hambre, en el barranco de ese puente, y voy al pueblo a
pedir auxilio a la guardia civil o a la primera persona caritativa que
encuentre.
--�Pero no podemos nosotros socorrerle?--contest� Juanito.--Mira, la
primera casa del pueblo es la m�a y all� yo te aseguro que no le faltar�
nada a tu abuelito.
--�Pero si le faltan las fuerzas para tenerse en pie!...--a�adi� la
mendiga.--Hace m�s de veinticuatro horas que el pobre no ha comido
nada.[17]
--Pues bien, vamos a verle,--repuso Juanito,--y si no podemos llevarle
nosotros, yo ir� en una carrera al pueblo a traer lo que haga falta.
Y como el perro no cesaba de gru�ir de un modo hostil a la ni�a mendiga,
Juanito le dijo:
--Esta tarde tu mal humor es insufrible, Fortuna; te he dicho que te
calles. La ni�a, sin dejar sus dolorosos lamentos, se encamin� en
direcci�n al puente.
Juanito, Polonia y Fortuna la siguieron.
A la derecha del camino hab�a una rampa que conduc�a al cauce del
barranco.
Por all� bajaron todos.
El puente ten�a tres arcos. En el primero, tendido boca abajo sobre la
h�meda arena, se hallaba un hombre pobremente vestido. A su lado se ve�a
un zurr�n de sucio y remendado lienzo y un garrote.
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