Fortuna by Enrique Perez Escrich


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Page 6

--�Qui�n?

--Este perro.

--No lo s�, hijo m�o;--contest� ri�ndose don Salvador,--y como tengo la
completa seguridad de que si se lo pregunto no me lo ha de decir, no
quiero tomarme esa molestia. Pero como todas las cosas deben tener un
nombre, nosotros le pondremos uno y desde hoy a este perro se le llamar�
Fortuna, pues fortuna y no poca ha sido la suya refugi�ndose en esta
casa, y encontrar al que le ha librado del terrible sable de
Cachucha.[9]




CAP�TULO III

=Los secuestradores=


Cuatro d�as despu�s, el perro Fortuna estaba desconocido. Juanito le
cur� las heridas, que eran leves, con �rnica, y luego, ayudado de
Atanasio el jardinero, le lav� con jab�n y un estropajo.

Entonces se vi� que Fortuna no era tan feo como parec�a bajo el
andrajoso manto de la miseria, que con un buen collar y bien alimentado
pod�a presentarse en cualquier parte sin que su amo se avergonzara.

Pero lo m�s hermoso de Fortuna eran los ojos, en donde resplandec�a la
inteligencia, sobre todo cuando sentado sobre sus patas traseras miraba
fijamente a Juanito como deseando adivinar sus pensamientos para
ejecutarlos.

Una tarde el abuelo y el nieto fueron a ver una vi�a rodeada de
almendros que se hab�a plantado la misma semana del nacimiento de
Juanito y que en el pueblo llamaban La Juanita.

Don Salvador, en todos estos paseos campestres, llevaba siempre un
libro.

Se sentaron a descansar a la sombra de un almendro, y a la ca�da de la
tarde regresaron al pueblo.

Ya cerca de casa, don Salvador ech� de menos el libro.

--�Ah!--exclam�,--me he dejado al pie del �rbol mi precioso ejemplar de
El libro de Job, parafraseado en verso por Fray Lu�s de Le�n. Es
preciso volver por �l sentir�a perderlo.[10]

Fortuna, que iba detr�s, de dos saltos se puso delante, y levantando la
cabeza, se qued� mirando a sus amos.

El perro llevaba el libro en la boca con tal delicadeza, que ni siquiera
lo hab�a humedecido.

--Muchas gracias, Fortuna,--le dijo don Salvador acariciando la
inteligente cabeza del perro.--Este ejemplar lo tengo en gran estima y
hubiera sentido mucho el perderle porque es un recuerdo de mi madre.
Esta noche cuando cenemos procurar� hacerte alguna fineza para
demostrarte mi agradecimiento.[11]

El perro comenz� a dar saltos y a ladrar con gran alegr�a, no por la
golosina ofrecida, sino porque comenzaba a ser �til a sus amos.

A los ocho d�as Juanito y Fortuna eran los dos mejores amigos del mundo:
no se separaban nunca. El perro dorm�a sobre un pedazo de alfombra a los
pies de la cama del ni�o.[12]

Una ma�ana don Salvador y Juanito se hallaban en el jard�n: el perro les
segu�a como siempre. Don Salvador tendi� horizontalmente el bast�n que
llevaba en la mano para se�alar una planta, y entonces Fortuna dio un
salto por encima del bast�n con gran agilidad y luego se qued� sobre sus
patas traseras, erguido y grave; volvi� a tender su bast�n don Salvador
y volvi� a saltar Fortuna, pero entonces se qued� con las manos apoyadas
en el suelo y las patas traseras por el aire.

Un d�a Juanito estornud� con gran fuerza y Fortuna introdujo el hocico
en el bolsillo de la americana del abuelo, le sac� el pa�uelo y fue a
present�rselo a Juanito.

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Books | Photos | Paul Mutton | Thu 9th Jan 2025, 21:40